De donde la lluvia que acompaña la congoja en mi desierto
Erial podrido de oquedades
De donde la saeta hervida en tu veneno
Mancha vergonzante en mi espalda quelonica de hierro
De donde el antídoto de traiciones trashumantes
La labia del cielo, la carcajada del rio
El dolor en el corazón figurante
Arlequines borrachos con el carmín corrido
De donde, de donde el llanto que se fuga al alba
En la palabra que viene, en el nombre que se olvida
En la ciudad que ya nunca juntos andaremos
De ahí, de la carta quemada antes de firmar
Del regato hediondo que cubrió tus zapatillas de cristal a media noche
De ahí, de las lunas a cachos mordidas por la osadía y el secreto
De ahí, de todo eso, amor, de nada
De la última hora que sin nosotros se nos escapa
De los mil cigarros después del coito
De los lunares que para negarte conté en tantas espaldas
De tanto comer sin hambre, de siempre besar sin ganas
De ponerle tu nombre a luciérnagas condenadas
De ahí, de todo ese sin nosotros
Es por lo que bailo mientras pasa el cortejo de tus fantasmas
Y las coronas se apilan sobre tus ojos de artificio
Sobre la zahúrda de tus palabras
Hambre de oler tus pasos enhiestos
Machacando el cristal de la veredita mustia, abandonada
Cargando los brazos de flores y arrepentimiento
Pero no vendrá ni esa noche, ni mi perdón, ni tú