Bajo las aguas murió toda esperanza.
Nuestra ambición por conquistar la costa inmortal.
Un alto precio pagó el viejo imperio.
Almas vagaron condenadas, sin descanso, en silencio, por los mares donde alguna vez enterraron su hogar.
Codiciaron ser como aquellos dioses.
Insaciables dueños de la muerte.
Aferrándose a una savia extinta, una existencia de locura y tempestad.
La oscuridad se selló bajo su yugo.
Acarició su corazón.
Lo marchitó.
Un alto precio pagó el viejo imperio.
Almas vagaron condenadas, sin descanso, en silencio, por los mares donde alguna vez enterraron su hogar.
Codiciaron ser como aquellos dioses.
Insaciables dueños de la muerte.
Aferrándose a una savia extinta, una existencia de locura y tempestad.
El cielo lloró...
El tiempo olvidó el poder del hombre en unas tierras por las que caminará.