En el silencio de la noche, en la quietud del alma
Dios se desliza como un suspiro, como una calma
Sus manos invisibles guían cada paso que damos
Tejiendo hilos de amor y paciencia, como un abrazo
Susurra en nuestras células, en cada latido
Dirigiendo el rumbo de nuestros sueños perdidos
Llena los espacios vacíos con su bondad eterna
Su misericordia nos envuelve, como una luz interna
Dejar a Dios ser Dios, en cada esquina y rincón
Que entre por el balcón de nuestras almas, sin condición
Tiende su mano a las mujeres cansadas del dolor
Con el dengue acechando, Él es nuestro protector
En su bicicleta morada, pedalea sin cesar
Visita a las gaviotas y colibríes, sin temor a naufragar
El balcón de Andrómeda se llena de su presencia
Como un lienzo celeste pintado con su esencia
Las gotas de la tarde caen, refrescando el valle
Dios es el héroe en los bomberos, en su noble batalla
Las maestras siembran amor en los corazones jóvenes
Dejar a Dios ser Dios, es liberarnos de las cadenas que nos retienen
Dejar a Dios ser Dios, en cada esquina y rincón
Que entre por el balcón de nuestras almas, sin condición
Tiende su mano a las mujeres cansadas del dolor
Con el dengue acechando, Él es nuestro protector
Y así, olvidándonos de nosotros, nos encontramos en Él
En la danza de la vida, en el misterio que nos revela
Dejar a Dios ser Dios, es confiar en su amor infinito
En cada nota de esta canción, en cada verso escrito
Dejar a Dios ser Dios, en cada amanecer, Sus huellas en la arena
Su amor sin entender. En el viento y las olas, en el canto de las aves
Dejar a Dios ser Dios, en cada paso que damos
En el río de la vida, donde las aguas se cruzan
Dios es el puente que nos lleva de la duda a la luz
Sus arcos de esperanza sostienen nuestros pasos
Dejar a Dios ser Dios, es confiar en su abrazo