Domesticadas sociedades
Fabricadas para satisfacción
De una minoría
Cada aspecto de ellas encierra nuestro corazón
Entre oxidadas jaulas
Seda nuestras mentes con banalidades
Que insensibilizan nuestro interior
Hunde cada trozo de amor a la libertad
Bajo el negro concreto de esta cuidad
Lo que amenaza el cotidiano lo declaran ilegal
Excusándose con la paz y la seguridad
Pero son ellos los que tienen las armas
Son ellos los que escupen negros ríos
Sobre verdes bosques
Una podrida realidad que se clava en nuestro pecho
Se arrastra por nuestras gargantas
Y vomitamos angustia, dolor y rabia
Angustia, dolor y rabia
Sumisos nunca más
Nunca más
Nunca más
La civilización será el infortunio
La razón por la cual tus armas
Apuntaran tú cabeza