Loco, loco, loco, loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad
Por la ribera de tu sábana vendré
Con un poema y un trombón
A desvelarte el corazón
Loco, loco, loco, loco!
Como un acróbata demente saltaré
Sobre el abismo de tu escote
Hasta sentir que enloquecí tu corazón de libertad,
Ya vas a ver
-las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo, ¿viste?-
-mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus-