Tal es la voz la de la ironía
Que fue llegada y despedida,
Que no hay tal rosa sin espina ni un amor que no cargue dolor.
Y al encontrarnos sin salida,
Pues no hay remedio sin herida,
Se ha desvivido hasta la vida y ha elegido jamás elegir.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Simpática-antipática desolación.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Antipática y simpática desolación.
Por cada goce y agonía
De la prudencia y la osadía,
Nace una amarga simpatía y condenados estáis a vivir.
Si por tormenta o lejanía,
Se ha de vivir la epifanía,
En una trágica empatía:
Uno u otro han de morir.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Simpática-antipática desolación.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Antipática y simpática desolación.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
¡Qué poco entiende el hombre de su cruel corazón!
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
La angustia que precede a cada breve elección.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Simpática-antipática desolación.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Antipática y simpática desolación.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
¡Qué poco entiende el hombre de su cruel corazón!
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
La angustia que precede a cada breve elección.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Simpática-antipática desolación.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
Antipática y simpática desolación.
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
¡Qué poco entiende el hombre de su cruel corazón!
Eh-oh-eh ¡Temor y temblor!
La angustia que precede a cada breve elección.