Arden el cuero y la sangre, traccionan las ruedas cuadradas
Mueven la escasez
Lo raro no es sentirse un extraño
Lo raro es aferrarse al daño mientras te volvés
Una máquina silvestre que se contagia la fiebre
Un fuego nervioso que nunca llega a ser caliente
Para prender la mecha lo importante es la paciencia, le gana a la tijera, a la piedra y al papel
Tranquilo, en el borde la chispa se esconde
La orilla se mueve aunque no lo puedas ver
Cuando el aire falta emergen las branquias
Con el agua al cuello no queda otra que nadar
No me atraparán dos veces con la misma red