Todo adquiere en mi boca
Un sabor persistente de lágrimas
El manjar cotidiano
La trova y hasta la plegaria
Ya no tengo otro oficio
Después del callado de amarte
Que este oficio de lágrimas
Duro que tú me dejaste
¡Ojos apretados de calientes lágrimas!
Tengo una vergüenza
De vivir de este modo cobarde
Ni voy en tu busca
Ni consigo tampoco olvidarte
Un remordimiento me sangra
De mirar un cielo que no ven tus ojos
De palpar las rosas
Que sustentan la cal de tus huesos
¡Soy carne de miseria, muerto de fatiga!