Eres la luz en la oscuridad,
Mi camino para saber quién soy.
Me enseñaste a ganarle a la tristeza
Y a todo lo que me tira al piso.
Nos mostraste la verdad y nos guiaste,
Tres hijos abrazándote.
Gracias, ma, por darnos el secreto:
Estar vivo es solo un laberinto del amor.
Te necesito siempre,
Mensajes por teléfono no bastan.
Igual, esos consejos son hermosos.
La vida se puso dura,
Pero tengo el corazón comprensivo,
Y voy con seguridad, encarando el día y la noche solo.
No hago amistad con el diablo,
Ni con las brujas nunca.
Ellos
Podrán ver a dónde voy.
Hablo lo justo y lo necesario,
Si lo importante es lo que siente el corazón.
Nos enseñaste a ser guerreros,
Y no estúpidos esclavos del dinero;
A ser coherentes y reales,
No confiados en todo lo que brilla y parece hermoso.
Gracias, ma, por darnos el secreto:
Estar vivo es solo un laberinto del amor.
Te necesito siempre,
Mensajes por teléfono no bastan.
Igual, esos consejos son hermosos.
La vida se puso dura,
Pero tengo el corazón comprensivo,
Y voy con seguridad, encarando el día y la noche solo.
En la lluvia, en el frío,
En el desierto y en los vacíos, me veo
Imaginando tu sonrisa.
El sonido de tus palabras es el idioma de Dios,
Como una canción que solo un ángel entiende.
En ese mar hermoso de los colores de tus pupilas
Se tejen mis mejores sueños,
Y me abraza tu sincero amor,
El único amor que sé que me abrazará siempre.
Gracias, ma, mi gran poema.