Lloviendo estaba la noche y un niño no sabía qué hacer
Y Kokopeli le decía, venga chiquillo, déjate ir
Una puerta de repente se abrió
No lo pensó dos veces y se largó
El aire del campito le daba bienestar
Maneras de vivir sin traje ni antifaz
Oye, la simpleza está en cada quien que anda nomás
Liberando el pensamiento que tenga dentro del que dirán
Alejándose estrechó el lacito de amor
Aprendiendo a ser él, pues escuchaba así su corazón
Agradecido a la vida, la luna y al sol
Sueños, fantasías y del miedo a ser un luchador.