Bajad pastores de vuestras montaáas, bajad deprisa que al Niáo hay que adorar, cuando le veáis en el pesebre humilde, veréis' su carita linda relumbrar. Su santa Madre, llámase María, blanca es su alma y blanco su color, a todos sonríe llena de alegría y por todos siente maternal amor. Los pastorcillos muy embelesados al Niáos Dios, en su cama al contemplar, juegan retozones y al son del pandero, locos de contento, pónense a bailar. San José, el pobre, al ver tanto bullicio les animaba y les decía así: yo también bailar quisiera con vosotros, pero estoy tan viejo, ¡ay pobre de mí!