La farolera tropezó y en la calle se cayó. Y al pasar por un cuartel, se enamoró del coronel. Soy el farolero de la Puerta del Sol, subo la escalera y enciendo el farol. A la medianoche me puse a contar y todas las cuentas me salieron mal. Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho, y ocho, dieciséis.